El argentino asestó dos golpes que hicieron tambalear al mítico Muhammad Alí quien se terminó imponiendo por nocaut en el último round.
Muhammad Alí, fallecido ayer a los 74 años, fue conmovido en una fría noche neoyorquina del 7 de diciembre de 1970 por un voluntarioso y parlanchín argentino llamado Oscar “Ringo” Bonavena, quien acarició la gloria cuando con dos poderosos golpes tuvo sentido al fenómeno estadounidense, que se sobrepuso al mal trance y ganó el combate por nocaut en el decimoquinto asalto.
Esa noche encontró a muchísimos argentinos con la mirada clavada en la TV en blanco y negro, observando la superlativa performance de Bonavena en el Madison Square Garden ante Cassius Clay, como se llamaba Alí antes de convertirse al islamismo. Para Bonavena esa iba a ser la “pelea de su vida”.
No fue fácil la semana previa al combate para Alí ya que probó su propia medicina. Bonavena de manera irónica y picante puso en aprietos al estadounidense, todo un experto a la hora de dejar en rídículo a sus adversarios, con frases hirientes y con miradas capaces de derretir a un iceberg en el Polo Norte.
El “pibe” fanático de Huracán, que sentía devoción por su madre, doña Dominga, fue contundente a la hora del pesaje al tildar de “gallina” a Alí, recordándole su negativa para ir a la guerra de Vietnam, situación que provocó que le quitaran la licencia para boxear.
El estadounidense, furioso por la irrespetuosidad del argentino, vaticinó que le ganaría por nocaut en el noveno round… pero la historia casi se escribe al revés.
Con su rudimentario boxeo, un indomable espíritu y un enorme corazón,”Ringo” logró colocar al borde del nocaut a Alí ante el estupor de las 20.000 almas que poblaron y transformaron en un caldera al máximo escenario neoyorquino en esa noche de lunes.
Al comenzar ese noveno asalto Alí salió del rincón con la guardia armada y la izquierda en punta, y como un rayo surgió un derechazo que impactó en el rostro de Bonavena.
“Ringo” se refugió sobre el encordado, Alí fue en su búsqueda con la intención de rematarlo y concretar su vaticinio, pero de repente recibió dos potentes impactos que lo dejaron atónito. A punto tal que en su rincón debieron apelar a las sales para volverlo a la realidad.
En los rounds siguientes la jerarquía de Alí hizo el resto ante un Bonavena que continuó intentando un golpe de nocaut que nunca llegó, por sus carencias técnicas y porque su agotado cuerpo le impidió tener la continuidad necesaria para concretar la hazaña.
Precisamente ese irrefrenable deseo de alcanzar la gloria lo llevó a Bonavena a desoír las órdenes de su rincón y salió a combatir a “cara o cruz” en el último asalto, y en esa especie de ruleta rusa recibió un golpe de zurda que lo envió a la lona.
En ese instante Alí decidió rematar a Ringo, quien no se entregó y se reincorporó, pero el ‘Gigante’ negro estaba a su lado para castigarlo ante la pasividad del árbitro, que no lo obligó a esperar la cuenta de protección en un rincón neutral. Tras la tercera caída de Bonavena se concretó el nocaut técnico.
Los años pasaron y el gran campeón nunca olvidó al muchacho nacido en Parque de los Patricios recordando su fortaleza y guapeza cada vez que fue requerido una opinión de ese combate.
Una noche en el Madison Square Garden, hace poco más de 45 años, un grande como Alí hizo grande a un argentino llamado Bonavena.